27 julio 2011

INVIDIA



Protinus Invidiae nigro squalentia tabo 760
tecta petit: domus est imis in vallibus huius
abdita, sole carens, non ulli pervia vento,
tristis et ignavi plenissima frigoris et quae
igne vacet semper, caligine semper abundet.
huc ubi pervenit belli metuenda virago, 765
constitit ante domum (neque enim succedere tectis
fas habet) et postes extrema cuspide pulsat.
concussae patuere fores. videt intus edentem
vipereas carnes, vitiorum alimenta suorum,
Invidiam visaque oculos avertit; at illa 770
surgit humo pigre semesarumque relinquit
corpora serpentum passuque incedit inerti.
utque deam vidit formaque armisque decoram,
ingemuit vultumque una ac suspiria duxit.
pallor in ore sedet, macies in corpore toto. 775
nusquam recta acies, livent robigine dentes,
pectora felle virent, lingua est suffusa veneno;
risus abest, nisi quem visi movere dolores;
nec fruitur somno, vigilantibus excita curis,
sed videt ingratos intabescitque videndo 780
successus hominum carpitque et carpitur una
suppliciumque suum est
.


Metamorphoses ex secundo libro Ovidii

Traducción:

Pronto se dirige a los escuálidos techos con negra pus
de la Envidia: la casa está escondida en profundos valles
así carece de sol, es impenetrable por viento alguno,
está triste y llena de un frío que entumece y que aunque
siempre falta de fuego, siempre está sobrada de brumas.
Cuando llega allí la heroína que ha de ser temida en la guerra,
se detiene ante la casa (pues no le está permitido subir a los techos)
y golpea los postes con el cuento de su lanza.
Las golpeadas puertas se abrieron. Dentro ve a alguien comiendo
carne de serpiente, alimento de sus vicios, a la Envidia
y, una vez vista, vuelve los ojos; pero aquélla
se levanta de la oscura tierra, deja los cuerpos
medio roídos y se acerca con paso inerte.
Cuando vio a la bella diosa, por su aspecto y por sus armas,
gimió y llevó un suspiro a su rostro a la vez.
La palidez se asienta en su boca, la delgadez en todo el cuerpo.
nunca mira de frente, los dientes están amarillos por el sarro,
su pecho verde de hiel, la lengua empapada en veneno;
No hay risa, excepto cuando ve sufrir a alguien;
no goza del sueño, excitada por preocupaciones intempestivas,
sino que ve con desagrado y contemplando las proezas
de los hombres se consume, hostiga y, a la vez, se hostiga
a sí misma; es su propio suplicio (…)